jueves, 25 de enero de 2007

¿Te gusta conducir...?

Mi primera y última experiencia con un coche (al volante) fue en una pista de esas que aplanan para hacer carreteras, con el coche de mis padres recién estrenado. Me senté delante, en el asiento ese con pedales (jeje), y arranqué... y lo calé; arranqué, lo calé... después de n intentos más mi padre tuvo la brillante idea de explicarme porqué calaba el coche y qué debía hacer para evitarlo. Al intento n+1 arranqué el coche sin calarlo (tsk tsk).

Pero lo peor vino después. Cuando el coche ya se estaba moviendo (en 1ª, claro) llegó el momento de cambiar de marcha... chaaan chaaaan!!! "Cómo?" "Pues mueve el cambio de marchas, hija". Pues eso hice. Metí la 4ª, ala, pa que no digan que me da miedo correr, jajaja (joé, haber detallao más las instrucciones). Y el coche hizo un sonido que nunca olvidaré: RAAAAAAAAAAAAAAAAAACCC, como una rascada debajo de mí, pero de 200 decibelios... Y se paró en seco.

Silencio sepulcral en el coche... Chorros de sudor en la frente... "¿Eso es normal...?" (al estilo: he sido yo...?). "No. Bájate, anda, ya seguiremos otro día".

Y no volvimos a intentarlo nunca más, jajaja. Pero ahora ya va siendo hora de que coja un coche... Y yo creo que de este verano no pasa: intentaré sacarme el carnet de conducir, lo prometo ante mis lectores (espero que no seáis muchos, por si miento). Al fin y al cabo... no es tan dificil, ¿no...? ¿¿¿NO...???

miércoles, 17 de enero de 2007

Te pillé...!

Eso sí que es velocidad...!

sábado, 6 de enero de 2007

La historia del palomo cojo

Érase una vez una alegre muchacha (y con rinxols, jeje) que salió un día a comerse un gofre con sus compañeros de universidad. Cuando se los sirvieron, como la gofrería no tenía asientos, se fueron a comerlos a una plaza cercana.

Se sentaron en el primer banco que encontraron allí. La plaza estaba llena de gente y palomas. La muchacha pensó: "Oh, pobres palomas, les daré un poco de mi gofre" (qué buena minyona, eh?) Y, pese a que sus compañeros intentaron evitarlo, eso hizo. Las palomas se fueron acercando: primero vino una, después otra, luego otras dos, otras tres, segundos después cinco más, ocho, trece... (ya sabeis cómo sigue, no?) y aquello se llenó de palomas y más palomas... Y de pronto llegó el capo de esas aves: el palomo cojo. Sus heridas de guerra lo decían todo de él: cojo, medio ciego de un ojo y con el pico astillado. Su mirada desafiante atemorizó al grupo de inocentes esudiantes.

Comenzó a acercarse al gofre de la pobre muchacha de una manera poco amable. Ésta intentaba protegerlo (tenía hambre, joé) girándose hacia un lado y otro, pero el palomo aparecía por donde ella menos lo esperaba. La chica incluso se sentó en otro lugar del banco, pero el palomo la persiguió con un deseo perverso de gofre en sus ojos. Viendo que no conseguía nada y que ella estaba a punto de acabarse el gofre si no hacía algo por remediarlo, el palomo comenzó a revolotear por encima del manjar para ver si conseguía comer algo... Ella, cometiendo un error fatal, cubrió el gofre con su cuerpo pensando que así conseguiría que el animal se fuera, pero de pronto el palomo se avalanzó sobre su cabeza, batiendo las alas en señal de superioridad, atacándole con el peso de su cuerpo, enredándose en su pelo.

Asustada, huyó del lugar (pero se llevó el gofre para tirarlo a la basura, que se joa el palomo), y sus compañeros la siguieron sin comprender qué había pasado. El palomo se quedó allí, inalterable, siguiéndolos con su cruel mirada de acero.

Aún hoy el palomo persigue a la muchacha, disfrazado de cualquiera de sus congéneres... Pero ella lo sabe y, pese a parecer una inocente y despistada estudiante, se mantiene alerta, siguiendo cada uno de sus movimientos...


PD: Te estoy viendo, palomo cojo...

jueves, 4 de enero de 2007

Grease

Ayer fui a ver "el musical de mi vida" con Alberto... Ese fue su regalo de Navidad para mí, y no podría haber sido mejor...

No había ido nunca antes al teatro (al teatro en serio, quiero decir; al que nos llevaban en el cole no vale) y me hizo mucha ilusión. Además, los actores y actrices eran buenos, de esos que te hacen "sentir", y todo el argumento era muy fiel a la película, incluso los escenarios.

Tengo que decir que los musicales me aburren, por norma. Pero con Grease no me pasa eso, y tampoco me ha pasado con esta obra. Y además, todo en directo. Lo recomiendo!